Hoy os voy a hablar de ese proceso que ocurre cuando tomas una decisión bastante importante en la que influyen muchos factores: te vuelves bipolar. O por lo menos eso me pasa a mí.
Ahora que ha llegado el momento de las entrevistas estoy dándole vueltas más que nunca. Y hay ratos que me viene la postividad y todo es en plan, voy a ser capaz de hacer la entrevista bien, voy a conseguir una familia genial, voy a conocer a mogollón de gente, hacer turismo, etc.
Pero hay ratos en los que me voy al lado oscuro y empiezo a volverme un poco negativa (en realidad sería el lado gris, porque tampoco es que piense que todo va a ser horrible). Y pienso que la entrevista va a salir mal, que no van a entenderme y me van a decir que mejor me quede en casa, o que la familia no me va a incluir mucho en su vida, etc.
Por suerte para mí, en general soy una persona optimista son más los pensamientos buenos que se me pasan por la cabeza que los malos. Además ayer, después de darle la brasa a mi madre contándole todo lo que pensaba (que es mucho), llegué a una conclusión. Tengo que verle el lado bueno a las cosas. Si las familias no me cogen, seguiré haciendo entrevistas y si consigo familia, les puedo pedir que hablemos a menudo por skype. En cualquier caso me vendrá bien para el speaking del examen de inglés que tengo en junio, jajajaja.
Lo que me hace muy feliz ahora mismo es que aunque suspenda el examen de inglés yo puedo estar contenta: soy capaz de comunicarme con una familia inglesa o irlandesa, jaja, por lo menos por escrito, ¡eso ya es un logro!
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